1977

En 1977,
el año del punk;
el año de la reinstauración de la pena de muerte en los Estados Unidos;
el de las primeras elecciones democráticas en España tras 42 años;
el año en que, víctima de un ataque cardiaco,
Elvis muere en su casa en Memphis, USA;
el año en que el Real Betis Balompié conquista contra el Bilbao
su primera copa del Rey;
el año de los primeros vuelos comerciales del Concorde,
3 horas cuarenta de Nueva York a París;
el año en que entra en vigor la Ley de amnistía en España;
el año del estreno de La Guerra de las Galaxias, la película, la primera;
el año en que mueren Charlot, Nabokov y Machín;
el año en que en Tenerife chocan dos aviones matando a 583 personas
en el peor accidente
de la historia de la aviación;

el año 1977
cuarto año de mi existencia,
mi madre
comete
suicidio,
se mata,
atenta contra su propia vida,
se anula a sí misma,
se da su propio fin,
se da muerte con su propia mano,
se extingue intencionadamente,
se aplica la pena de muerte,
se mata voluntariamente,
se autodá pasaporte,
acaba consigo misma,
se da a sí misma por acabada,
se deja ir,
se auto inmola,
se hace el haraquiri,
se quita de en medio,
pone
fin
a su vida

(he ahí un mal final, un muy mal final,
pero eso sí: del que ella misma fue la guionista,
un final de película de autor,
un final sin besos ni perdices ni una vida por delante,
un final drástico y auto infligido,
un final de autor, puto realismo desesperanzado:
sin besos, sin perdices y sin un segundo más
de vida por delante).

1977;
cuarto año de mi existencia,
el año de mi madre,
en el que el punk comete suicidio;
y el Real Betis Balompié atenta contra su propia vida;
y mi madre gana la primera copa del rey, contra el Bilbao;
el año en que el Concorde y Charlot se auto inmolan;
y mi madre no se declara la ley de amnistía;
el año en que La Guerra de las Galaxias se pone seria y atenta
de una vez por todas
contra sí misma;
el año en que mi madre reinstaura la pena capital,
la pena de muerte,
la pena máxima;
el año en que Elvis, en Memphis, USA, se practica el haraquiri;
y mi madre tras 42 años sin elecciones decide libremente
que ya estuvo bien,
que bai bai;
que esto fue todo.

(Un final sin gracia ninguna, un muy mal final,
por ella misma decidido, un final de un puto autor desesperanzado:
sin besos, perdices
y ni un segundo más por delante.)