Toda la Galia

Toda la Galia está ocupada.

Ya lo sabemos,
la aldea está tranquila,
uno de ellos cayó, de chico, en una marmita,
al bardo no hay que dejarlo cantar, jamás,
los jabalíes son enormes, asados y muchos,
los romanos están todos locos,
y a la vuelta, con la aventura acabada,
a los chicos les espera un gran banquete
en la viñeta final.
Ya lo sabemos.

Ha sido así durante 60 años y treinta y seis álbumes.
Ya lo sabemos. Todo el mundo lo sabe:
Estamos en el año 50 antes de Jesucristo.
Toda la Galia está ocupada por los romanos…
¿toda?
No.

Las viñetas hablan de comidas,
de viajes y de resistencia.
Pero los romanos hace mucho que se han ido.

En la localidad francesa de Blont-sur-le-mer
hay unas instalaciones de 18.000 metros cuadrados,
no es fácil llegar hasta allí,
los caminos están cerrados y vigilados,
el secreto férreamente guardado,
pocos periodistas o extraños supieron de ello,
la zona, en las fotos de los mapas aéreos,
no es más que una nebulosa falseada.

No lo sabíais,
pero allí, justo allí, es donde vive Astérix,
donde vive Obélix,
y donde viven todos los demás.

El tiempo no parece pasar por ellos:
son idénticos a sí mismos
e idénticos a entonces.

Pero desde luego que pasa,
sí, claro que pasa,
el tiempo siempre pasa,
es lo único que hace, pasar:
hoy ya son ancianos,
ancianos que llevan representando una vida entera,
incansablemente, el mismo papel.

Los maquilladores trabajan día y noche
en el set de Blont-sur-le-mer
para mantener viva la lozanía y la ilusión
en las caras de estos ancianos,
nuestros queridos héroes,

chroma keys y aires acondicionados a perpetuidad,
entre colorines y decorados,
los siquiatras jamás descansan,
las pastillas se diluyen en las falsas cervezas,
en la omnipresente poción mágica,
se introducen en los jabalíes que son dieta obligada,
Obélix, vegetariano confeso y militante,
saliva y saca la lengua
ante un nuevo, y mal descongelado,
maldito jabalí,
el dichoso menú del día,
y mira que son ya días.

Ejércitos de maquilladoras,
equipos de siquiatras,
son siempre necesarios,
y se relevan sin fin,
y mira que son ya días,
y gestos, y gritos, y golpes, y menús,
en el gran plató de Blont-sur-le-mer.
¿y las tremendas y, como todo aquí,
repetidísimas disputas sobre los pescados?:
nadie lo duda, todos lo saben,
nada es fresco, todo ha muerto ya mil veces,
así que qué otra cosa pueden hacer con ellos,
si no pegarse,
si no tirárselos, los unos a los otros,
a la cara.

Encerrados en la maquinaria
los habitantes de la aldea
ya solo son, y ya por siempre,
los habitantes de la aldea.

Hubo un tiempo en que,
como en los tebeos,
trataron de rebelarse.
Crípticos mensajes de socorro,
extrañas y disimuladas llamadas de auxilio
trataban de pasar el filtro severo
de los entintadores, los coloreadores,
los guionistas, los rotulistas,
y llamar la atención y pedir la ayuda
de alguien ahí fuera.
No, de nada sirvió,
ninguno supimos verlo.

Allí mismo hubo protestas,
pancartas, carreras, intentos de huida,
quizá barricadas,
incluso tímidos conatos de lucha armada,
fácilmente reprimida,
y la posterior capitulación dejó solo sombras
que repiten acciones
en una histeria sin fisuras.

Los romanos ya se han ido.
Qué envidia, tuvieron su tiempo y se acabó.
pero no, aquí no, aquí nada acaba nunca.
Aquí nadie escapará nunca de esta aldea idílica,
nadie escapará nunca de esta repetición eterna de gestos actuados.

El tiempo no parece pasar
pero desde luego que pasa,
sí, claro que pasa,
el tiempo siempre pasa,
es lo único que hace, pasar.

No lo sabíais,
quizá aún no lo sabíais,
o quizá claro que lo sabéis:
Blont-sur-le-mer se ha extendido como una mancha
hasta ocuparlo todo,

quizá ya lo sabéis:
mucho más allá de los límites de la Galia,
el mundo entero es ahora una sucesión de Blonts-sur-le-mers
que lo ocupan todo.

Y nadie escapará nunca de esta aldea idílica,
de este infierno,
de esta repetición eterna de gestos actuados.

Mientras, amanece un nuevo día soleado,
y todo está tranquilo en la apacible aldea gala
donde habitan nuestros héroes.

Buenos días, Astérix, buenos días Obélix.

Y estamos en el año 2020 después de Jesucristo.
Y ya toda la Galia está ocupada por los romanos…
¿toda?
Sí. Toda.