Rosario de Charcas

Rosario, Rosario de Charcas te llaman,
porque tras las noches de lluvia,
asomas como una explosión
en los campos donde la ciudad se acaba,
en la tierra de nadie,
entre los primeros sembrados,
y las últimas casas.

En los solares te das,
entre basura, perros y ratas,
en los explanadas explotas,
ni un aviso nos traes,
ni un milagro desvelas,
ni un misterio desenmascaras,
solo tu reflejo azul en los charcos,
partidos, como rosarios de plata,
en las primeras luces de la mañana.

Rosario, Rosario de Charcas,
Rosario de Charcas te llaman.

Te digo lo que creo, Rosario,
ha de haber secretos ríos,
oscuros, subterráneos y fríos,
uniendo por abajo
cada uno de estos charcos sucios
que aquí, arriba, a la tierra
como bocas se abren,

¿no es así, Rosario?
charcos comunicantes, vasos comunicantes,
y tú, la guía, la única habitante olvidada,
te arrojas, con los brazos por delante,
en un charco negro, y abajo te vas,
en una fosa oscura y fría desapareces,
y, sí, de alguna manera,
entre ellos han de comunicarse,
porque mira, de aquel otro emerges,
como un gusano en una manzana
sales de uno y en otro charco apareces,

te digo lo que creo, Rosario,
todos estos charcos están comunicados
y tú, Rosario de Charcas,
eres su guía, su habitante olvidada,
sirena de barrio y descampado,
jugando en la hilera partida de los charcos
que forman este rosario de plata
en las primeras luces de la mañana.

Rosario, Rosario de Charcas,
Rosario de Charcas te llaman.

Cada vez somos más los que aquí nos plantamos,
los que a verte venimos,
tras las noches de lluvia,
en coches, en autobuses,
quizá a pie desde el último bar,

cada vez más los miembros
de esta muy absurda iglesia,
con nada mejor que hacer que atender y escuchar
la voz que nos llegó,
con la buena nueva de la niña Rosario,
hecha de charcos entera,

lo sabemos, dura un instante, no dura más,
hay que estar atento
para verte aparecida, fugaz,
mirándote en los charcos, reflejada,
los brazos en jarras y la falda estrecha,
casi dormida y ya a le espera
de tirarte a las aguas de cabeza,
apareciendo y desapareciendo en los charcos
que forman este rosario de plata
en las primeras luces de la mañana.

Rosario, Rosario de Charcas
Rosario de Charcas te llaman.